Todos deberíamos tener un lugar donde volver. Un lugar donde encontrarte con tus sueños, donde se formaron tus esperanzas, un lugar donde volver a ver con nueva perspectiva tus errores y porque no tus miedos.
Un lugar donde atesorar todo lo que no tiene precio, donde apoyar tu cabeza y sentirte protegido, donde por un instante uno se pudiera sentir hijo, tal vez el que nunca fue.
Un lugar donde uno pudiera sanar y reinventarse, tal vez aceptar y aceptarse, donde pudiera ver qué pasó y porqué sucedió o porqué nunca ha sucedido.
Un lugar para el perdón, para aprender a esbozar de nuevo una sonrisa, donde las alas se desentumezcan.
A veces, no existe ése lugar físico donde volver y el mundo se tambalea, pero siempre habrá un lugar para el recuerdo, un olor, un rincón donde cerrar los ojos para en ocasiones abrirlos definitivamente.
A veces, cuando ése lugar ya no existe, lo hallas en tu interior, ahí donde como una madeja encuentras la punta para ir estirando y llegar al fondo de tu propia historia y tu propio corazón.
Cuando ése lugar te encuentra, estoy segura que te atrapa para siempre y empiezas a sanar y entonces eres tú quien le encuentra a él.
Tal vez sea el frío o la Navidad, o ésas películas "pastelonas" que me encanta ver con sofá y manta los domingos por la tarde oyendo crepitar el fuego...
Hoy he vuelto a un lugar llamado recuerdo, y allí he encontrado todos los que te quiero dejar a ti.
Hoy he vuelto y allí he hundido mis dedos entrelazados con los tuyos en ése lugar de donde no sales indemne, un lugar para el recuerdo donde al menos tu puedas volver.
Pilar Díez Lancina
Ese lugar existe en nuestro corazón y en nuestros recuerdos.
ResponderEliminarEste lugar existe en mi Alma pero aún no la he abierto, gracias por recordarnos que somos lo que vivimos, no lo que tenemos, gracias
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